Las empresas operan cada vez más con equipos internacionales. Para optimizar el rendimiento de estos equipos, es esencial que los colegas comprendan tanto los desafíos que plantean como las distintas actitudes, estilos de comunicación y expectativas que tenderán a prevalecer dentro del grupo. Una aceptación mutua y una serie de competencias interculturales pueden ser muy valiosas para lograr un entorno de trabajo más eficiente y fructífero.

Expandir cualquier negocio a nuevos países puede estar plagado de complicaciones, que van mucho más allá de las simples consideraciones relativas a la logística y al mercado. La sensibilidad hacia la diversidad cultural y un buen conocimiento de las prácticas económicas, sociales y comerciales de un país son esenciales a la hora de emprender actividades comerciales en el exterior. Comprender el entorno del mercado objetivo puede ahorrarnos tiempo y situaciones embarazosas y, en última instancia, marcar la diferencia entre ganar y perder contratos.

Cuando los empleados se trasladan para trabajar en otros países, el éxito de su misión depende de muchos más factores que su capacidad para desempeñar el trabajo. El empleado deberá comprender la nueva cultura empresarial, pero es igualmente importante que él y su familia se adapten fácilmente a la vida en el nuevo país para que la misión tenga éxito. Y esto se puede lograr con mayor celeridad si reciben formación y se preparan para el cambio al nuevo país.

En el mejor de los casos, unirse a una nueva empresa supone siempre un reto. Cuando se trabaja para una empresa matriz extranjera, con una cultura empresarial desconocida, este reto suele ser aún mayor. La formación en el idioma, la cultura, las expectativas y el estilo de gestión de la empresa matriz puede resultar de gran ayuda a los empleados para adaptarse a la nueva cultura empresarial.